"Poned atención: un corazón solitario no es un corazón"
Antonio Machado
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Los poetas son esos seres que llevan consigo la sensibilidad idónea para acercarse a las emociones inherentes en el ser humano. Las perdidas, el amor, hazañas, la visión de nuestro tiempo, están enmarcados en los versos, las loas, odas y prosas que pueblan el mundo del poema. Por ello, se trae a colación un compedio de autores y sus poemas correspondientes que se refieren a nuestro tema en cuestión. Como primer apartado figuran poemas amateur del suscrito a los cuales iré aumentando transitoriamente.
Tu Soledad No Es la Mía
A través de todo este tiempo he convivido con un sentimiento tiránico que no tiene piedad con tu ser; la nombran: soledad. Diosa eterna de las tristezas y acompañante tórrida de penurias y sin sabores. Su olor está plasmado por todo mi cuerpo y la ropa carga su perfume sin sosiego, en ocasiones bajo la tempestad pienso hasta que punto soy afín con ella, si el calor de su cuerpo lo ansio cada noche que tirito de desesperanza.
Ella con sus largos cabellos cubre todas mis ilusiones, que se apagan al cerrar mis parpados; busco la manera de desligarme de sus tentáculos capilares pero me atan más fuerte cada que el minutero corre por las sendas del tiempo. Cuando los cadavéricos labios de su faz maquiavélica se posan sobre mí, me siento ingravido y a la vez desamparado, esa sensación ambivalente que te muestra el terror de ser un punto en el universo.
Desierto
Como un desierto tengo mi corazón
y mis esperanzas en un rincón,
sólo espero el adíos de la noche solitaria
en la cual me siento arropado por su silencio.
Las arenas cubren las esperanzas de volver,
pues tú estás perdida en la distancia.
Llega la tormenta y enceguese mis ojos una vez más,
perdido entre las dunas te busco como un ansiado oasis.
El frío nocturno en este oceano de arena me hace tiritar
de desasosiego; me dejo hundir y me entrego para así
formar parte de su naturaleza árida,
así como quedo mi ser la última vez que te ví.
Mediterráneo
El Mediterráneo está ante mis pupilas,
Atrás de él estás tú;
Su bramar de olas me ensordece
Impidiéndome escucharte.
Su espuma salada hace arder mis heridas de nuevo
Hundiéndome en su azul verdoso;
La agonía por la falta de aire me hace ver
Merluzas que se burlan de mí.
Una roca se transforma en tortuga
Cruel analogía del tiempo, lastimero y pasivo.
Mediterráneo devuélvemela, es mía,
Tú ya tienes muchas sirenas en tu haber
El guardacostas encuentra mi ser flotando,
Es imposible rescatarlo, sólo queda dejarlo
A merced de los depredadores.
Hay un faro en la distancia que me llama,
Dejándome entrever una esperanza.
Esa a la cual me aferro esperando tu llegada.
Las olas tras su vaivén me hacen girar
Giros que me recuerdan que la vida me pasa ante mis ojos.
El inmenso azul intenta aniquilar mis sueños a través de eternas pesadillas,
Los arrecifes cortan mis venas tiñendo el mar de sucio escarlata.
¿Cuánto tiempo debo esperar para tocar el fondo?
Mis labios saben a sal indigestando mi forma de mirar,
Por ello los puertos se hunden ante mis pies ante el clamor del dios Neptuno,
No hay barcazas para mí sólo la que conduce Caronte,
Ese que me transportará a los confines,
Cerniéndome en lo profundo la oscuridad no viendo más que mis penas;
Cuanto vacío hay en mi interior, cuanta gente a mi alrededor.
No creas que estoy solo
Los gritos agudos de monstruos marinos boicotean mi pesar.
Asido a las algas busco la superficie
Aunque me decido a no emerger,
Dejo que la corriente haga su tarea
La misma que realiza el día al apuntar el alba.
Vino y ya no está
El color del vino me recuerda a tu sangre
Esa que corre por mis venas al compás de los latidos del corazón.
Daría todo por una transfusión de tu ser,
Para dar rienda suelta a mis temores
Esos que no me dejan ser.
Las arterias de la ciudad divulgan mi necesidad de morir,
Tú tienes la medicina para este padecimiento;
Pero el padecimiento no será suficiente hasta que sacié mi sed
Y dejé de sentir esta inocuidad dentro de mí,
Donde lucho y mis armas son el gran amor
Que embarga mi ser por ti.
Leopoldo Panero
Reseña biográfica
Poeta español nacido en Astorga, León, en 1909.Estudió en la Universidad en Valladolid donde brilló por su talento, experimentando con el verso libre, el dadaísmo, y el surrealismo.
En 1930, viajó a Tours, Poitiers y Cambridge para estudiar literatura francesa e inglesa. De su obra poética se destacan: «La estancia vacía» 1944, «Versos al Guadarrama» 1945, «Escrito a cada instante» 1949 y «Canto personal» 1953. En 1960 publicó «Cándida» considerada como su obra maestra. Esta es una pequeña muestra de su gran dote poetíco:
La melancolía
El hombre coge en sueños la mano que le tiende
un ángel, casi un ángel. Toca su carne fría,
y hasta el fondo del alma. de rodillas, desciende.
El él. Es el que espera llevarnos cada día.
Es el dulce fantasma del corazón, el duende
de nuestras pobres almas, es la melancolía.
¡Es el son de los bosques donde el viento se extiende
hablándonos lo mismo que Dios nos hablaría!
Un ángel, casi un ángel. En nuestro pecho reza,
en nuestros ojos mira y en nuestra mano toca;
y todo es como niebla de una leve tristeza,
y todo es como un beso cerca de nuestra boca,
y todo es como un ángel cansado de belleza,
¡que lleva a sus espaldas este peso de roca!
Lejana como Dios, pero más cerca...
Lejana como Dios, pero más cerca,
más cerca, más dormida entre las horas
más alta tras la noche, como el viento
más concreta en el pecho o más remotao más dulce en la orilla;
lejana como Dios, pero más cerca
dentro del corazón, pero más cerca
de mi voz al hablar cuando te nombra;
más secreta en mi sueño;
donde mi vida brota;
allegada a mi sangre de repente
con un inmenso aroma
de algo que está en la noche todavía,
tu pureza me arrastra hacia la honda
soledad imposible, donde el alma
es sólo tuya, como Dios; es toda
un camino vehemente
de claridad, de sombra...
Sola tú
Sola tú junto a mí, junto a mi pecho;
sólo tu corazón, tu mano sola,
me lleva al caminar; tus ojos solos
traen un poco de luz hasta la sombra
del recuerdo; ¡qué dulce,
qué alegre nuestro adiós! El cielo es rosa
y es verde el encinar, y estamos muertos,
juntos los dos, en mi memoria sola.
Sola tú junto a mí, junto al olvido,
allá donde la nieve silenciosa
del alto Guadarrama, entre los pinos,
de rodillas te toca.
Estamos solos para siempre; estamos
detrás del corazón, de la memoria,
del viento, de la luz, de las palabras,
juntos los dos sobre la nieve sola.